Enfocados en una madurez mas sustentable
Luego del envero, la madurez es un proceso continuo que ocurre en el final del crecimiento de los racimos y se caracteriza por cambios en su aspecto y composición interna. Este proceso es fundamental para que las bayas adquieran su textura, color, sabor y aroma característicos; y depende de factores internos y externos, como por ejemplo el clima, la variedad de la uva y el uso final que se le dará.
La madurez de la uva es un concepto clave en la viticultura, ya que influye directamente en la calidad del vino, pero también tiene implicaciones importantes en términos de sustentabilidad.
Factores que influyen en la madurez
La madurez de la uva se refiere al momento en el cual se alcanza el equilibrio óptimo de azúcar, ácidos y compuestos fenólicos (como los taninos), esenciales para la producción de un vino de alta calidad. Se la divide en dos etapas principales
* Madurez Fisiológica: se alcanza cuando las semillas de la uva adquieren su capacidad germinativa, que determina el color y los taninos.
* Madurez Industrial o Tecnológica: se alcanza cuando la relación entre azúcares y acidez es máxima, que determina la cosecha (el ingreso a bodega).
El calor, la luminosidad y la humedad son los principales factores externos que influyen en este proceso, mientras que la variedad nos determina el potencial aromático del vino.
Este año debido a las altas temperaturas diurnas y noches frescas este evento se puede ver adelantado con respecto a años anteriores. En algunas zonas el envero se adelantó unos 10 días a comparación del 2024, determinando que en todos los procesos siguientes también suceda.
Madurez y sustentabilidad
La viticultura, como práctica agrícola, no sólo busca la producción de uvas de calidad, sino también la minimización del impacto ambiental asociado con su cultivo. En este contexto, la madurez de la uva juega un papel fundamental en el proceso de vinificación, ya que determina tanto las características del vino como las prácticas agrícolas necesarias para obtenerla. Algunas que podemos mencionar son:
* Uso eficiente del agua: El momento de cosecha influye en la cantidad de agua que la planta necesita. En zonas áridas como Mendoza, es vital no sólo optimizar el uso del agua durante el cultivo, sino también ajustar la cosecha según la madurez de las uvas para evitar la necesidad de riego adicional que podría ser innecesario.
* Prácticas agrícolas sostenibles: Respeto por los ciclos naturales de las plantas y los suelos. Estas prácticas pueden influir directamente en el ritmo de maduración de las uvas, favoreciendo una cosecha que se adapte al ambiente y las condiciones climáticas locales, lo que mejora la calidad del vino y minimiza el impacto ambiental.
* Fertilizaciones controladas: La correcta gestión de la nutrición permite que las vides desarrollen una estructura adecuada para la fotosíntesis y la acumulación de azúcares, mientras que mantiene un equilibrio entre el crecimiento de la planta y la madurez de los frutos.
Simbios, nutriendo las bases
Una de las prácticas más efectivas en la viticultura sostenible es realizar análisis regulares del suelo para determinar las necesidades exactas de nutrientes. Esto permite no sólo basarnos en planes adecuados de nutrición, sino también conocer la rizósfera (zona alrededor de las raíces) con todos los microorganismos benéficos que habitan en ella y así poder potenciar y favorecer su acción.
El uso de materia orgánica ya sea sólida (pelet) como BLOCOMPOST o líquida como FOL Suelo, no sólo mejoran la estructura y la fertilidad del suelo, sino que también ayudan a retener la humedad y fomentan la biodiversidad en los suelos.
La madurez de la uva es un proceso natural fundamental en la viticultura que no solo determina la calidad del vino, sino que también está estrechamente ligada a las prácticas agrícolas sostenibles. El uso adecuado de nutrientes permite que las vides crezcan de forma equilibrada, sin sobreexplotar los recursos naturales y protegiendo la biodiversidad.
Este enfoque refleja perfectamente el eslogan "Simbios, nutriendo desde las bases", que enfatiza la interdependencia entre la salud del suelo, la planta y el entorno. Al gestionar la madurez de la uva de manera sostenible, se promueve una viticultura que respeta los ciclos naturales y optimiza la calidad de las uvas, reduciendo el impacto ambiental. De este modo, se establece una relación armoniosa entre la tierra, las plantas y la producción de vinos de alta calidad, nutriendo desde las bases para garantizar un futuro más equilibrado y sostenible.
Nota, gentileza de Simibios