Foto para: Viñas de Ira 15/02/2017

Viñas de Ira

En poco más de un año, dos presidentes de la República Argentina fueron convencidos de que la vitivinicultura de Mendoza necesitaba asistencia porque naufragaba en un mar de vinos sin destinos ni mercados; en ambos casos nos abstuvimos de participar en esas conversaciones.

En poco más de un año, dos presidentes de la República Argentina fueron convencidos de que la vitivinicultura de Mendoza necesitaba asistencia porque naufragaba en un mar de vinos sin destinos ni mercados; en ambos casos nos abstuvimos de participar en esas conversaciones. Bastó un pestañeo y los 200 millones de litros de vinos supuestamente excedentarios, origen de todos los males, desaparecieron de los grandes títulos para dejarle lugar a la importación de vinos. Por supuesto, grande es hoy el desconcierto e indignación por parte de los productores que sufrieron la cosecha más baja de los últimos 56 años; hay escases, sí, pero no insuficiencia de vinos. Lo que cambió fue el precio. Recordemos que para la cosecha 2015 y un día antes de una movilización de algunas entidades vitivinícolas reclamando ayuda para eliminar aquellos excedentes (convocada casi por los mismos sectores que hoy apoyan la importación de vinos) la presidente Cristina Fernández les aseguró $ 50 millones para comenzar a retirar aquellos excedentes. Recientemente para la cosecha de uvas 2016 el gobierno de Mendoza ejecutó un programa de compra de los mismos vinos excedentarios con recursos nacionales enviados por el Presidente Mauricio Macri. En ambos casos los productores no se presentaron como se esperaba a la operatoria de compra de vinos. Quedaba así demostrado lo que públicamente advertíamos respecto a que no había excedentes sino sobreoferta de vinos provocada por la apremiante necesidad de recursos del sector productivo; sector que se ha visto maltratado en los últimos años tanto por los precios como por las condiciones de pago impuestas por quienes concentran y ejercen posición dominante en el mercado. La lógica comercial imperante parece no tener fisuras ya que si el precio es bajo se debe a los excedentes y cuando el precio se vigoriza o hay retención de stocks es por culpa de la especulación de los productores razón por la cual se justifica así la importación del producto. Hay problemas serios, específicos y verificables que merecen la atención de las más altas autoridades, por ej. la falta de rentabilidad o el caso de la polilla de la vid que atentan contra los rendimientos y la sustentabilidad de la vitivinicultura. Aterra pensar que no te crean más.

Mauro Sosa

CENTRO DE VIÑATEROS Y BODEGUEROS DEL ESTE

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