Foto para: El precio del vino y su destino. De la indiferencia a la injusticia. 05/07/2017

El precio del vino y su destino. De la indiferencia a la injusticia.

La vitivinicultura enfrenta una situación delicada.

La vitivinicultura enfrenta una situación delicada. Nada nuevo por cierto. Configuran el actual estado las consecuencias de una cosecha escasa en un contexto de costos crecientes y un mercado recesivo. Mal de muchos consuelos de tontos pero lo cierto es que el consumo ha caído para todos los productos con especial impacto en las economías regionales. Tenemos entonces un problema de competitividad tanto en el mercado doméstico como en el externo y una aguda concentración de la industria. Nada nuevo por cierto; pero siempre grave.

Lo llamativo es que algunos sectores de la vitivinicultura y de la política pretenden instalar la versión de que la caída del consumo del vino está vinculada al precio pagado al productor (debido a la merma de la producción de uvas) y atribuirle así al productor/elaborador una rentabilidad desmedida que atenta contra el consumo. Nada nuevo por cierto; pero es falso.

Pero vamos por partes. Hagamos un simple ejercicio y para ello consideremos el comportamiento de los vinos que representan el 78% del consumo nacional y precio al consumidor hasta $ 45; en este segmento el precio promedio pagado al productor por ese litro de vino envasado, cartón y/o botella, es de $ 10 ($ 7 el vino blanco y $ 12 el vino tinto); ello implica una participación del productor elaborador del 22% en el precio final al consumidor cuando la participación histórica para que haya rentabilidad para el sector productor/elaborado se ubica entre el 30% y 40%.

Si tomamos el 20% restante del mercado de consumo el relevamiento de precios en góndola nos indica que los precios de los supermercados o restaurantes son precios abusivos y desmedidos. Incluso en algunas vinerías de la provincia de Mendoza, en departamentos o distritos productores de uva se verifican precios desorbitantes por una damajuana de vino blanco (4.75 litros) que superan los $ 200. La intermediación en este último caso no es una variable que explique suficientemente este precio. Algo desentona a nivel de la comercialización. Tampoco en este caso el precio del vino pagado al productor/elaborador es la causa de la caída al consumo.

Al medir la participación del precio de traslado en el precio final al consumidor se zanja inmediatamente la cuestión y deja en evidencia que el problema es OTRO. Si planteáramos la hipótesis de una rebaja de precios en el mercado de traslado ¿se puede pensar seriamente que ello aumentaría el consumo? tal como se desliza tan livianamente en los más diversos comentarios: No. Bajar el precio pagado al productor/elaborador para “ayudar” a recuperar el consumo es una falacia, es subsidiar el consumo y agudizar la concentración condenando a los eslabones más débiles de la cadena a una desaparición segura. La experiencia así lo indica.

Pero para no caer en una digresión y enfocando el tema que nos ocupa que es la supuesta responsabilidad del precio pagado al productor en la caída del consumo, bastaría para refutar dicho argumento el recordar que en el periodo 2010/2015 la variable de ajuste fue el precio del vino de traslado y sin embargo el consumo no aumentó. Nada nuevo por cierto. 

Mauro Sosa

Director Ejecutivo

CENTRO DE VIÑATEROS Y BODEGUEROS DEL ESTE

Junio 2017